lunes, 21 de septiembre de 2009

La Flor de la Honradez

Déjame que hoy te cuente una historia que he leído en un libro de Paulo Coelho.

Un príncipe de China hacia el año 250 a.C estaba en vísperas de ser coronado emperador; pero antes, conforme a la ley, debía casarse. Como se trataba de elegir a la futura emperatriz, el príncipe debía encontrar a una joven en la que pudiera confiar ciegamente. Aconsejado por un sabio, decidió convocar a todas las jóvenes de la región para encontrar a la que fuera mas digna.

Una señora mayor, sierva del palacio desde hacia muchos años, al oír los comentarios sobre los preparativos para la audiencia, sintió una gran tristeza pues su hija alimentaba un amor secreto al príncipe. Al llegar a casa y contárselo a la joven, la espanto oír que también ésta pretendía comparecer.
La señora se desesperó. Y le dijo:
–Hija mía ¿Qué harías allí? Estarán presentas las jóvenes mas bellas y ricas de la corte. ¡Quítate esa insensata idea de la cabeza! Yo se que estas sufriendo pero ¡no transformes el sufrimiento en locura!

Y la hija respondió:
- Querida madre, no estoy sufriendo, y meno aun, me vuelvo loca; se que jamás podría ser elegida, pero es mi oportunidad de estar al menos unos momentos cerca del príncipe, eso ya me hace feliz, aun sabiendo que mi destino es otro.

Por la noche, cuando la joven llego al palacio, estaban allí todas las jóvenes más bellas, con ropas más elegantes y las joyas más preciosas y dispuestas a luchar de cualquier modo por la oportunidad que se les brindaba.

El príncipe concedió una semilla a cada joven. Y dijo:
- La que dentro de seis meses me traiga la flor mas linda será la futura emperatriz de China.

La joven cogió su semilla, la plantó en su tiesto y como no tenía demasiada habilidad para las artes de la jardinería, cuidaba la tierra con mucha paciencia y ternura, pues pensaba que, si la belleza de las flores surgiera como prolongación de su amor, no tenía que preocuparse por el resultado.

Pasaron los meses y nada brotó. Probó de todo, habló con campesinos, labradores… Cada día sentía más lejano su sueño, aunque su amor seguía tan vivo como antes.

Cuando pasaron los seis meses, nada había nacido en su tiesto. Aun sabiendo que nada tenía para mostrar, era consciente de su esfuerzo y dedicación durante todo aquel tiempo, por lo que comunicó a su madre que volvería al palacio en la fecha y la hora convenida. Sabía que aquel seria su último encuentro con el amado y no estaba dispuesta a perderlo por nada del mundo.

Llego el día de la nueva audiencia. La joven apareció con su tiesto sin planta y vio que todas las demás pretendientes habían conseguido buenos resultados, cada una de ellas tenía una más hermosa que la otra, de los más variados colores y formas.

Por fin, llego el momento esperado. Entró el príncipe y observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de observarlas a todas anuncia el resultado: indica a la hija de su sierva como su nueva esposa.

Todos los presentes empiezan a quejar, diciendo que ha elegido precisamente a la que no había conseguido cultivar ninguna planta.

Entonces fue cuando, con la mayor calma, el príncipe aclaró la razón de su desafío:
-Esta ha sido la única que ha cultivado la flor que la ha hecho digna de llegar a ser una emperatriz: la flor de la honradez. Todas las semillas que entregué eran estériles y no podían germinar en modo alguno.

5 comentarios:

  1. A mitad de la historia me estaba imaginando el final. Es bonita.

    ResponderEliminar
  2. hellen reyes

    muy linda la historia me conmovovio pues la joven fue la unica que llevo la planta como se la entregaron

    ResponderEliminar
  3. Hace ya tiempo que leí esta historia y de vez en cuando la sigo leyendo para recordarla. La honradez es algo que falta hoy en día.

    ResponderEliminar